Wednesday, May 17, 2006





La leyenda del Cristo Brutal nació en Madrid, el lugar que eligió ésta fuerza de de la naturaleza para manifestarse ante todos nosotros en una epifanía de horror y crueldad. Sucedió hace unos años en un concierto de Brutal Death; entre gritos guturales aconteció un ser antropomórfico que excedía las dimensiones humanas con mucho aunque, paradójicamente, poseía ligeros paralelismos con el cristo atrabiliario de la tradición católica: se cubría el cuerpo con una tela de saco a modo de túnica; la barba luenga y desmañada dejaba entrever restos de animalillos parcialmente devorados; a la salvaje y fosca melena se ceñía una corona de espinas fabricada toscamente de metal oxidado. Con un grito aterrador, más allá de toda pofansis lógica, primario, elemental, donde se daban a concurrir todos los sentimientos de un dios que es la encarnación de la furia, nos anunció el mensaje del regreso al mundo natural mediante la negación de los artificios que desenvenenan nuestra relación con el mundo: eso que llamamos "cultura".
Tras esto alzó la cruz a sus espaldas y la lanzó en hercúleas volandas hacia el público que huía de su palabra. Una vez recuperada la indestructible cruz, el titánico ser comenzó un periplo en línea recta hasta el próximo concierto de Brutal Death en el mundo (que son pocos) para continuar su misión evangelizadora que durará para siempre. Durante años ha dejado un rastro de destrucción en su camino, es imparable, una fuerza incomovible que arrasa a su paso todo lo que tenga la desgracia de interponérsele. Aquí tenemos fotos de su última aparición entre nosotros en un lugar rudo, agreste y cruel como su palabra: Huetor Santillán en la provincia de Granada.

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